Año 324 de nuestra era, Constantino ejerce de emperador del Imperio Romano y decide crear o mejor dicho refundar una nueva ciudad que supere a Roma en edificaciones, cultura y economía. Así la antigua ciudad de Bizancio, puente entre oriente y occidente pasa a llamarse Constantinopla y en ella el emperador vierte todos sus sueños y proyectos sobre lo que él creyó que sería la nueva Roma.
Constantino es el emperador que instala el cristianismo en el imperio y tras 300 años de persecuciones y martirios el cristianismo deja de ser perseguido por el Imperio Romano.
Años más tarde en el año 395, Teodosio el último emperador del gran Imperio Romano divide el imperio entre sus dos hijos: Flavio Honorio el Imperio Romano de Occidente con capital en Roma y el Imperio Romano de Oriente a Arcadio su hijo mayor con capital en la nueva ciudad de Constantinopla.
La Iglesia ejerció una gran influencia sobre la sociedad bizantina. De hecho, estuvo estrechamente vinculada al poder político, pues coronaba al emperador; poseía grandes propiedades, y controlaba espiritualmente a una sociedad donde las disputas religiosas solían mezclarse con las sociales. Sin embargo, tuvo que hacer frente a dos graves problemas:
– Las luchas iconoclastas se originaron cuando algunos emperadores prohibieron el culto a las imágenes sagradas, o iconos, buscando reducir el poder de los monasterios y apropiarse de sus bienes. La prohibición desató graves conflictos sociales entre los siglos VIII y IX, aunque al final se impuso el culto a las imágenes.
– El Cisma de Oriente se debió a la rivalidad entre el patriarca de Constantinopla y el papa de Roma por su primacía sobre la cristiandad. Terminó en 1054 con la separación o cisma entre la Iglesia occidental o romana y la oriental. Esta última, que pasó a llamarse Iglesia ortodoxa, extendió su área de influencia por Europa oriental con la evangelización de los pueblos eslavos.
– Los mosaicos decoraban las paredes y cúpulas del interior de las iglesias. Entre los más famosos figuran los de San Vital de Rávena, que representan al emperador Justiniano y a su esposa Teodora, con su séquito, llevando ofrendas a la iglesia.
– Los iconos eran imágenes religiosas. En su mayoría estaban pintadas sobre tabla y solían emplear el dorado en la representación. Su forma de representar escenas religiosas y las imágenes de Jesucristo, la Virgen y los santos ejerció una gran influencia en el arte posterior.