jueves, 23 de marzo de 2023

TALLER DE LECTURA: ROMEO Y JULIETA DE WILLIAM SHAKESPEARE

La hsitoria de amor por excelencia fue escrita por Shakespeare no como novela sino como obra de ateatro en el siglo XVI, concretamente en 1597. Cuenta la historia de dos jóvenes cuyas familias son rivales y enemigas pero que pese a ello se enamoran. La obra se desarrolla en la ciudad italiana de Verona y presenta a dos familias enemigas los Montesco y los Capuleto cuyos hijos se enamoran. Veamos:


Es la historia de amor por excelencia. Se ha cantado, interpretado, versionado en diferentes idiomas y formatos durante más de 400 años, así que imaginad la cantidad de material que hay alrededor de ella.








domingo, 19 de marzo de 2023

TALLER DE LECTURA: JANE EYRE DE CHARLOTTE BRONTË

 Veamos un clásico de la literatura inglesa publicado en 1847 y escrito por una mujer, circunstancia muy extraña para la época. La historia es narrada por la misma Jane, quién nos va contando su niñez y los maltratos y humillaciones a la que es sometida por su tía quién se hace cargo de ella tras quedar huérfana. Jane es internada en un orfanato donde sufre hambre y frío de manera constante y de donde sale con 18 años para trabajar como institutriz en casa del señor Rochester dueño de la mansión Thornfield. 

La señora Fairfax, ama de llaves de Thornfield, le da una cálida bienvenida, y le explica la situación a grandes rasgos: ella está ahí para ser la institutriz de Adèle Varens, niña de unos ocho años, custodia del señor Rochester, dueño de la mansión y quien solo visita la propiedad de vez en cuando. La primera vez que Jane recorre la casa acompañada por la señora Fairfax, escucha en el tercer piso una risa trágica y sobrenatural, de la cual la señora Fairfax acusa a una empleada, Grace Poole.

Un día volviendo del pueblo cercano a la mansión ayuda a un caballero que ha caído de su caballo y más tarde se da cuenta que es el señor de Thornfield. Él se muestra antipático con Jane aunque le reconoce el esfuerzo y los avances que ha realizado con su pupila Adele ( él deja entrever que puede ser su hija, fruto de una relación con una actriz francesa). Poco a poco el señor Rochester le va mostrando a Jane su afecto y predilección pero Jane observa que hay un misterio en la mansión. Se oyen cosas por la noche, gritos y ruidos siniestros hasta que un día en mitad de la noche la habitación del señor Rochester es incendiada tras escuchar Jane gritos y una risa siniestra. El señor Rochester queda profundamente agradecido a Jane por haberle salvado la vida y a partir de ese momento muestra su inclinación por Jane aunque desaparece a la mañana siguiente para volver día más tarde acompañado de multitud de invitados. 





Jane se da cuenta que se ha enamorado del señor de la casa pese a que ella no cuenta con la posición social, ni la fortuna, ni la belleza para tener ningún tipo de esperanza con él.

Una noche uno de sus invitados, el señor Mason, es mordido y apuñalado por una mujer y Rochester pide ayuda a Jane mientras él acude a buscar a un médico. Tras esa noche se crea un vínculo de complicidad entre ambos. 

Un día, la criada de su tía se presenta en la mansión diciendo que la tía está a punto de morir y pide verla. Jane acude y a su vuelta Rochester le dice que ha llegado el momento de marcharse porque él va a casarse y Adele se irá a un internado. Ella termina confesando su amor y él le pide matrimonio pese a que Jane al principio no lo crea.


Dos días antes de la boda, mientras Jane duerme en su habitación, oye un ruido y ve a una mujer desconocida en la habitación que rompe con unas tijeras su velo de novia y que se acerca a la cama. Al contárselo al señor Rochester éste la convence diciendo que ha debido de ser cosa de Grace Poole. El día de la boda el señor Mason se presenta diciendo que Rochester ya está casado y no puede casarse con Jane. Es aquí cuando Rochester confiesa su historia y como se casó con una demente a la que encierra en lo alto de la torre en Thornfield a cargo de una sirvienta.


Ha habido multitud de versiones cinematográficas de esta novela que es considerada por algunos como la primera novela feminista de la historia.




TALLER DE LECTURA: EL CONDE DE MONTECRISTO DE ALEJANDRO DUMAS

 Novela de aventuras de mitad del siglo XIX, escrita por el mismo autor de Los tres Mosqueteros. Veamos, como siempre, en los Simpson referencias a esta novela universal:


La novela es, en definitiva, la historia de una venganza: un personaje sufre una gran injusticia y años más tarde reaparece para castigar a todos los culpables de su desgracia. Denuncia a jueces corruptos, y en el camino observamos como el protagonista gracias al conocimiento (Edmundo Dantés no sabía leer ni escribir) es capaz de llevar a cabo su ansiada venganza. Esta novela es considerada una de las mejores novelas de la literatura universal. Habla por tanto de temas universales como la justicia, la venganza, el amor, la piedad o el perdón. Fue publicada por entregas en 18 capítulos.

FRAGMENTO:

-Pido que me digan el crimen que he cometido; que se me nombren jueces; que se me juzgue; que se me fusile si soy culpable, pero que me pongan en libertad si soy inocente.

-¿Coméis bien? -le preguntó el inspector.

-Sí, yo lo creo..., no lo sé; pero eso importa poco. Lo que debe importar, no solamente a mí, pobre preso, sino a todos los que se ocupan en hacer justicia, y sobre todo al rey que nos manda, es que el inocente no sea víctima de una delación infame, y no muera entre cerrojos maldiciendo a sus verdugos.

-¡Qué humilde estáis hoy! -le dijo el gobernador-. No siempre sucede lo mismo, de otra manera hablabais el día que quisisteis asesinar a vuestro guardián.

-Es verdad, señor -respondió Dantés-, y por ello pido humildemente perdón a este hombre, que ha sido siempre bondadoso conmigo. Pero ¿qué queréis? Yo estaba loco, yo estaba furioso.

-¿Y ahora, ya no lo estáis?

-No, señor; porque la prisión me doma, me anonada. ¡Hace tanto tiempo que estoy aquí!

-¡Mucho tiempo! ¿En qué época os detuvieron? -le preguntó el inspector.

-El 28 de febrero de 1815, a las dos de la tarde.

El inspector se puso a calcular.

-Estamos a 30 de julio de 1816; no hace más que diecisiete meses que estáis preso.

-¿No hace más? -repuso Dantés-. ¿Os parecen pocos diecisiete meses? ¡Ah!, señor, ignoráis lo que son diecisiete meses de cárcel; diecisiete años, diecisiete siglos, sobre todo para un hombre como yo, que estaba próximo a ser feliz; para un hombre que vela abierta una carrera honrosa, y que todo lo pierde en aquel mismo instante, que del día más claro y hermoso pasa a la noche más profunda, que ve su carrera destruida, que no sabe si le ama aún la mujer que antes le amaba, que ignora en fin si su anciano padre está muerto o vivo. Diecisiete meses de cárcel para un hombre acostumbrado al aire del mar, a la independencia del marino, al espacio, a la inmensidad, a lo infinito; caballero, diecisiete meses de cárcel es el mayor castigo que pueden merecer los crímenes más horribles del vocabulario humano. Compadeceos de mí, caballero, y pedid para mí no indulgencia, sino rigor, no indulto, sino justicia. Justicia, señor, yo no pido más que justicia. ¿Quién se la niega a un preso?

-Está bien, ya veremos -dijo el inspector.

Y volviéndose hacia su acompañante añadió:

-En verdad me da lástima este pobre diablo. Luego me enseñaréis en el libro de registro su partida.

-Con mucho gusto -respondió el gobernador-, pero creo que hallaréis notas tremendas contra él.

-Caballero -prosiguió Edmundo-, bien sé que vos no podéis hacerme salir de aquí por vuestra propia decisión, pero podéis transmitir mi súplica a la autoridad, provocar una requisitoria, hacer en fin que se me juzgue. ¡Justicia es todo lo que pido! Sepa yo al menos de qué crimen se me acusa, y a qué castigo se me sentencia. La incertidumbre es el peor de todos los suplicios.

-Contadme, pues, detalles del asunto -dijo el inspector.

-Señor -exclamó Dantés-, por vuestra voz comprendo que estáis conmovido. ¡Señor! ¡Decidme que tenga esperanza!

-No puedo decíroslo -respondió el inspector-, sino solamente prometeros examinar vuestra causa.

-¡Oh! Entonces, caballero, estoy libre, ¡me he salvado!

-¿Quién os mandó detener? -preguntó el inspector.

-El señor de Villefort -respondió Edmundo Dantés-. Vedle y entendeos con él.

-Desde hace un año que el señor de Villefort no está en Marsella, sino en Tolosa.

-¡Ah! , no me extraña -balbució Dantés-. ¡He perdido a mi único protector!

-¿Tenía el señor de Villefort algún motivo para estar resentido con vos?

-Ninguno, señor; antes al contrario, fue muy bondadoso conmigo.

-¿Podré fiarme de las notas que haya dejado escritas sobre vos, o que me proporcione él mismo?

-Sí, señor.

-Pues bien: tened esperanza.

Dantés cayó de rodillas levantando las manos al cielo, y recomendándole en una oración aquel hombre que había bajado a su calabozo como el Salvador a sacar almas del infierno. La puerta se volvió a cerrar, pero la esperanza que acompañaba al inspector se quedó encerrada en el calabozo de Dantés.

-¿Queréis ver ahora el libro de registro -dijo el gobernador-, o bajamos antes al calabozo del abate?

-Acabemos la visita -respondió el inspector-. Si volviese a salir al aire libre quizá no tendría valor para acabarla.

-Este preso no es por el estilo del otro, que su locura entristece menos que la razón de su vecino.

-¿Cuál es su locura?

-¡Oh!, muy extraña. Se cree poseedor de un tesoro inmenso. El primer año ofreció al gobierno un millón si le ponía en libertad; el segundo año le ofreció dos millones; el tercero, tres, y así progresivamente.

Ahora está en el quinto año: es probable que os pida una entrevista, y os ofrezca cinco millones.

-Manía rara es, en efecto -dijo el inspector-. ¿Y cómo se llama ese millonario?

-El abate Faria.

-Número 27 -dijo el inspector.

-Aquí es. Abrid, Antonio.

El llavero obedeció, con lo que pudo el inspector pasear su mirada curiosa por el calabozo del abate loco, que así solían llamar a aquel preso.

En mitad de la estancia, dentro de un círculo trazado en el suelo con un pedazo de yeso de la pared, veíase agazapado un hombre casi desnudo, tan roto estaba su traje. Ocupábase en aquellos momentos en hacer dentro del círculo líneas geométricas muy bien trazadas, y parecía tan preocupado con su problema como Arquímedes cuando le mató el soldado de Marcelo. Ni siquiera pestañeó al rumor de la puerta que se abría, ni dio muestra alguna de sorpresa cuando el resplandor de las antorchas iluminó con desusado brillo el húmedo suelo en que trabajaba. Volvióse entonces y vio con gran sorpresa la numerosa comitiva que acababa de entrar en su calabozo.

Acto continuo se puso en pie y cogió un cobertor que yacía a los pies de su miserable lecho para envolverse y recibir con mayor decencia a los recién venidos.

-¿Qué es lo que pedís? -le dijo el inspector sin alterar la fórmula.

-¿Yo, caballero...?, no pido nada -respondió el abate como admirado.

-Sin duda no me comprendéis -dijo el inspector-. Yo soy un delegado del gobierno para visitar las cárceles y atender las reclamaciones de los presos.

-¡Oh!, entonces es otra cosa, caballero -exclamó vivamente el abate- Espero que vamos a entendernos.

-¿Lo veis? -dijo el gobernador por lo bajo- El principio, ¿no os indica que va a parar a lo que yo os decía?

-Caballero -prosiguió el preso-, yo soy el abate Faria, natural de Roma. A los veinte años era secretario del cardenal Rospigliossi. Sin saber por qué, me detuvieron a principios de 1811, y desde entonces suplico vanamente mi libertad a las autoridades italianas y francesas.







domingo, 12 de marzo de 2023

EXCURSIÓN A CARTAGENA

En el siglo III a. C. Cartagena era una ciudad floreciente con un puerto natural lleno de actividad comercial y una gran muralla. En el plano que os dejo podéis ver lo fácil que resultaba defender una ciudad así.





Los romanos estaban en plena expansión por el Mediterráneo y el general Publio Cornelio Escipión en la Segunda Guerra Púnica conquista la ciudad y la convierte en romana.

Cartagena 209 aC.svg

Empezamos nuestro recorrido en la plaza Bastarreche. Veremos la muralla púnica y nos imaginaremos la Cartagena púnica, orgullosa de su ciudad y dispuesta a defenderla contra los romanos. Aníbal el cartaginés super poderoso y temido sale rumbo a Roma con el objetivo de destruirla. Llevó consigo elefantes africanos que cruzaron los Alpes para llegar a Italia, la expedición de Aníbal fracasó y los romanos atacaron las costas mediterráneas para cortar el paso de suministros al ejército cartaginés. Un general romano llamado Publio Cornelio Escipión consigue entrar en la inexpugnable ciudad de Cartagena y la hace romana.




Nuestra segunda parada forma ya parte de la historia romana de Cartagena. La casa de la Fortuna. Se trata de una vivienda romana del siglo I antes de Cristo que debió de pertenecer a una familia acomodada. La inscripción latina "Fortuna propitia", cuya traducción podría ser "buena suerte", ha servido para darle a la vivienda el nombre de Domus de la Fortuna. Este saludo de bienvenida se hallaba dispuesto para ser leído por las personas que accedieran a la domus a través de la puerta trasera. Cuando lleguemos...encontrad el cisne....





De la casa de la Fortuna nos dirigiremos a lo alto del Parque Torres subiendo éste en el ascensor panorámico. Las vistas del Puerto de Cartagena desde este lugar son estupendas y podemos entender mejor por que es un puerto natural. Bajaremos en dirección al Teatro Romano donde haremos una corta visita y con ello terminará nuestra excursión. En el teatro os constaré alguna de las curiosidades del descubrimiento del mismo y seguro que hacemos miles de fotos.....Tenemos suerte de tenerlo tan cerca.

La leyenda de Rea Silvia
Su padre la obligó a convertirse en virgen vestal pero Marte quedó prendada de ella y la violó. Fruto de la violación nacieron los gemelos Rómulo y Remo. Cuando su padre se enteró montó en cólera y mandó enterrarla viva y matar a los gemelos. Pero el siervo al que había ordenado la tarea se enterneció cuando vio a los gemelos y no pudo asesinarlos. Los metió en una cesta y los dejó en el río Tíber. El dios del río los encontró y los dejó a cargo de una loba para que los amamantara y rescató a Rea Silvia para casarse con ella. Rómulo y Remo fueron los fundadores de Roma.

La triada capitolina
Son los tres dioses principales de la mitología romana: Júpiter, Juno y Minerva.