Bueno pues vamos a ambientarnos un poco. Echemos un vistazo a varias películas ambientadas en la Edad Media, algunas más "históricas" que otras. Quiero empezar por una leyenda que alcanzó una gran fama la leyenda del rey Arturo que fue un personaje de ficción creado por la literatura inglesa. La leyenda nos presenta a un joven rey Arturo que ayudado por su espada, "Excalibur", por su consejero "Merlin" y como enemiga a la hechicera Morgana se convierte en un monarca legendario y justo famoso porque sus caballeros se sentaban en la "tabla redonda" es decir en una mesa redonda donde nadie presidía y todos se consideraban iguales.
Arturo según la leyenda detuvo las invasiones sajonas de territorio británico. Veamos en primer lugar un tráiler de la peli de dibujos de Disney.
Este tráiler perteneciente a la película "El último duelo" ambientada en plena Edad Media donde hay un caso de violación por medio:
El feudalismo fue el sistema político, económico y social característico de Europa occidental entre los siglos IX y XV.
El sistema adquirió sus rasgos característicos durante la Alta Edad Media; es decir, entre los siglos IXy XI.
Los rasgos más destacables fueron la pérdida de poder político de los reyes, una economía principalmente agraria, una organización social basada en relaciones de dependencia entre las personas y una enorme influencia de la religión cristiana.
En sus inicios, además, la época feudal se diferenció por el empobrecimiento cultural y artístico, hasta que con el tiempo surgió un estilo artístico común en toda Europa: el románico.
El origen del feudalismo se remonta al siglo IX, pues fue una consecuencia de la inseguridad y los momentos de crisis y pobreza que siguieron a la muerte del emperador Carlomagno en 814.
Los motivos de esta inseguridad fueron las luchas entre los sucesores del emperador; los ataques de los musulmanes a las costas cristianas del Mediterráneo, sobre todo de Italia y Sicilia; y una segunda oleada de pueblos invasores: los vikingos o normandos, en el Atlántico; y los búlgaros, magiares y eslavos, en el centro de Europa.
Ante esta situación, los reyes, incapaces de proteger todo su territorio, confiaron su defensa a poderosos nobles locales, que les juraban fidelidad y ayuda militar a cambio de concesiones.
El campesinado, por su parte, buscó la protección de los nobles, entregándoles a cambio su tierra o su trabajo.
Todo ello provocó la concentración de grandes extensiones de tierra en manos de nobles, obispos y abades, a los que estaban subordinados una gran masa de hombres y mujeres sin propiedades.
El feudalismo se extendió por los territorios europeos situados entre el litoral atlántico y las llanuras rusas, y entre las costas del norte del continente y el mar Mediterráneo.
La Europa feudal se encontraba fragmentada en numerosos reinos y estados independientes, cuyo gobierno recaía en reyes que consideraban que su poder procedía de Dios.
En teoría, por tanto, su autoridad era muy amplia: dirigían el ejército, legislaban y juzgaban. Pero en la práctica, el rey solo era «el primero entre sus iguales», ya que los grandes nobles y eclesiásticos actuaban con gran independencia.
Los reyes para gobernar se ayudaron de la Curia Regia o Consejo Real, una asamblea de nobles y eclesiásticos que les aconsejaba en los principales asuntos.
Para su administración, los reinos se dividieron en condados, dirigidos por condes, y en ducados, gobernados por duques.
LA ORGANIZACIÓN DEL SEÑORÍO
La Europa medieval era un mundo agrario en el que la riqueza se fundamentaba en la posesión de la tierra. El centro de la actividad económica eran los feudos o señoríos, grandes territorios pertenecientes al rey, o concedidos por este a la nobleza y al clero a cambio de sus servicios. Los señoríos constaban de dos partes: la reserva señorial y los mansos.
– La reserva señorial era el territorio explotado directamente para el señor. Incluía su residencia (el castillo o la casa señorial); las mejores tierras de labor, que eran cultivadas por siervos o campesinos libres; prados con pastos para el ganado; bosques donde cazar y obtener leña; y ríos donde pescar y aprovisionarse de agua.
– Los mansos eran pequeñas parcelas otorgadas o arrendadas por el señor a los campesinos. A cambio, debían entregarle una parte de su cosecha y trabajar las tierras de la reserva señorial algunos días al año, como arar en primavera, cortar la hierba o recoger la cosecha. También debían prestar al señor ciertos servicios: domésticos, de construcción, hacer reparaciones, etc.
La sociedad feudal era estamental; es decir, se dividía en órdenes, estamentos o grupos sociales a los que se pertenecía por nacimiento, excepto en el caso del clero. Los estamentos eran tres, y cada uno desempeñaba una función social:
– La nobleza guerreaba y defendía a la sociedad.
– El clero oraba por la salvación de la humanidad.
– Los trabajadores realizaban las tareas necesarias para mantener y alimentar a los otros dos grupos. En su mayoría eran campesinos libres o siervos, que junto a los escasos artesanos y comerciantes constituían el grueso de la población.
La nobleza y el clero eran estamentos privilegiados, ya que no trabajaban, no pagaban impuestos, gozaban de leyes especiales y ocupaban en exclusiva ciertos cargos. Los trabajadores, en cambio, carecían de privilegios.
En la época feudal, las personas estaban unidas entre sí por relaciones de dependencia personal. Pero estas relaciones eran distintas según el estamento al que se pertenecía.
– Las relaciones feudo-vasalláticas o de vasallaje se establecían entre el señor, que podía ser el rey o un gran noble o eclesiástico; y el vasallo, generalmente otro noble de menor categoría.
Eran pactos de alianza militar a cambio de concesiones económicas. Se llevaban a cabo en una ceremonia solemne, conocida como acto de vasallaje, a la que asistían familiares y parientes. Dicha ceremonia constaba de dos partes: el homenaje y la investidura.
En el homenaje, el vasallo, arrodillado, introducía sus manos en las del señor aceptando ser su vasallo. Después, le juraba fidelidad, comprometiéndose a no perjudicarlo y a prestarle ayuda militar y consejo.
En la investidura, el señor entregaba a su nuevo vasallo un símbolo del beneficio que le concedía, como un puñado de tierra, una vara, un anillo o, en el caso de los obispos, un báculo. En la mayoría de los casos, este beneficio era un feudo; es decir, una gran extensión de tierra que aseguraba el sustento del vasallo y el derecho de gobernarla.
– Las relaciones de servidumbre se establecían entre los campesinos y los señores.
El señor daba a los campesinos protección, justicia y permiso para trabajar la tierra. A cambio, el campesino estaba obligado a trabajar la reserva señorial, entregarle una parte de su cosecha y pagar los llamados derechos señoriales.
La vida de los varones nobles giraba en torno a la actividad militar, para la que se entrenaban desde muy jóvenes. En tiempos de guerra prestaban ayuda militar al señor con sus tropas. Y en tiempos de paz se entrenaban para la guerra practicando la equitación, la caza y el combate en torneos.
Las damas nobles se casaban con la persona elegida por sus padres. Debían obediencia total al marido y se dedicaban a dirigir a los sirvientes, educar a los hijos, orar y bordar. Las que quedaban solteras, solían ingresar en monasterios.
La nobleza se diferenciaba de los demás grupos sociales por la indumentaria, caracterizada por la calidad y el colorido de las telas y la riqueza de los adornos. También por la alimentación, con un mayor consumo de carne, la condimentación con especias caras (azafrán, canela, pimienta) y la elaboración de los alimentos con refinadas recetas.
Los nobles residían en castillos, donde también se refugiaba la población del lugar en caso de peligro.
Solían situarse en el centro del feudo, sobre un lugar elevado, y estaban protegidos por un foso y por gruesas murallas y torres. En el interior, la parte principal era la torre del homenaje. En ella se situaban los aposentos del señor y de su familia, y el gran salón o estancia principal, donde el señor celebraba los banquetes, recaudaba los impuestos e impartía justicia. Además, los castillos contaban con pozo, establos y talleres que producían los artículos necesarios para la vida cotidiana.
LOS MONASTERIOS
La vida monástica tuvo una gran importancia en la Edad Media. Los monasterios se construían en el campo e incluían diferentes partes destinadas a cada función: iglesia para orar; y dependencias para los monjes. También contaban con espacios para las distintas actividades: económicas, como huerto, lagar, cuadra, forja y carpintería; sociales, como hospedería y enfermería; y culturales, como escuela, biblioteca y scriptorium o escritorio, un lugar donde se copiaban a mano códices o libros muy antiguos que se ilustraban con miniaturas.
Monjes y monjas obedecían la regla o normativa propia de cada orden, y vestían su hábito. En la Alta Edad Media, la principal fue la orden de los benedictinos, fundada en el siglo VI por San Benito de Nursia.
Los benedictinos llevaban hábito negro; tenían votos de pobreza, obediencia y castidad; se regían por el principio de ora et labora («reza y trabaja»), que combinaba la oración con el trabajo manual; y llevaban una alimentación austera consistente en sopa, pan, verdura, huevos, fruta, vino y cerveza. La carne y el pescado eran excepcionales.
El arte románico, desarrollado entre el siglo XI y mediados del XII, fue el primer estilo medieval que adquirió unos rasgos comunes en toda Europa. Su nombre procede de la forma de su arco característico, que recuerda al utilizado por los romanos.
A su difusión colaboraron la orden benedictina, que adoptó este estilo en su casa madre de Cluny (Francia), y desde allí lo extendió por los demás monasterios fundados en Europa; las cruzadas; y las peregrinaciones a lugares santos. También contribuyó a difundirlo la existencia de maestros canteros, que dirigían cuadrillas de albañiles, carpinteros y escultores, y viajaban de manera itinerante por las regiones europeas ofreciendo sus conocimientos técnicos.
BÓVEDA ARISTA